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02 diciembre 2012

Pastilla roja o azul?

«Esta es tu última oportunidad. Si tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creerte. Si tomas la roja, te quedarás en el país de las maravillas, y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos.»
Esto le dice Morfeo a Neo. Un claro homenaje a Alicia, de Carroll... pero... ¿cuál es el país de las maravillas, en realidad? ¿El de la pastilla roja, o el de la azul?


Y la pregunta que más me tortura: ¿de verdad es mi última oportunidad? I DON'T THINK SO! Verdaderamente no lo creo. Lo que sí creo irreversible, es SABER que EXISTEN las dos pastillas. Porque una vez que sé que existen, sé que debo elegir, y que nadie puede tomar esa  decisión por mí. Una cuestión muy existencialista, estamos condenados a ser libres, a elegir nuestro camino en la vida.
Pienso que...

  • A veces elijo una, y luego me dan a elegir la otra, y la tomo... En realidad lo difícil no es elegir, sino SOSTENER la decisión en el tiempo. Si elijo lo que "debo ser" y sacrifico lo que en realidad soy, volveré a cambiar mi decisión. Si elijo lo que "quiero ser" y después no me banco cómo reacciona mi entorno, volveré a cambiar mi decisión.
  • Lo peor: pensar que elijo con toda valentía la pastilla roja, cuando en realidad tomé la azul. Y viceversa... Será que me da un repentino daltonismo?
  • Otra: ¿qué tal si Morfeo se guardó la verdadera pastilla, la que de veras me fitea (me queda bien)? ¿No tendrá en el bolsillo la pastilla violeta para mí? 
  • O quizás no está tan clara la división. Quizás la pastilla roja tenga líneas azules, y la azul, pintitas rojas... Ironías de la vida, aunque mi decisión sea genuina y la sostenga, aún así encuentre cosas en mi camino, que "no deberían" estar ahí porque pertenecen a la otra realidad que no elegí. Y es que la vida se caga en lo que pensamos que "deberían ser las cosas", la vida simplemente se desarrolla, con su cuota aleatoria de causalidad y casualidad.
En fin. No se puede tener todo. Siempre hay que elegir, y en el proceso pierdo algo y gano algo. Pierdo lo que no elegí, con sus partes buenas y malas. Gano lo que elegí, ídem. Y a veces me cuesta poner en la balanza esas partes para sopesarlas y decidir.
Quiero aprender a disfrutar de lo que elijo, sin llorar por lo que no elijo. Porque elegir algo es ganarlo del todo. Y lo que perdí... de todas maneras no lo quería, ¿no?
Elegir por intuición me funciona la mayoría de las veces. Porque esa es la elección más espontánea, la que me sale desde adentro. Lo cual no quiere decir que, en otro momento... tomaré la decisión en otro sentido, también guiada por la intuición.


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